Blogia
eu-teaching

El bosque animado

El bosque animado (1943, Wenceslao Fernández Flórez)

Mi propósito para esta reseña es sencillo. Simplemente, pretendo alabar El Bosque Animado, y presentarlo al lector como la pequeña joya que es. Como estudiante de literatura, no podría honradamente intentar hacer una crítica; mi conocimiento de la literatura e historia española es demasiado escaso como para pretender hacer una crítica. Lo que sí puedo hacer, sin embargo, es reconocer el valor de la obra para cualquier aficionado a los libros y el lenguaje, y espero poder convencer a alguien del gran valor de este conjunto idiosincrático de relatos.
Empezaré con un cliché. Este libro tiene de todo. Se hallará en él lo que se busca, ya sea filosofía, tragedia, o simple capricho. Fernández Flórez nos ofrece un mundo más o menos completo, que dispone de todas las vicisitudes de la vida: lo alto del amor y el abismo de la muerte, todo envuelto en la hermosa pero despiadada capa verde de la naturaleza. Dentro del “Cecebre wencesleño” se topa con una panoplia de personajes únicos y encantadores, gente, (y animales y plantas) que representan sus papeles según sus propios destinos, llevando a cabo sus vidas tras dieciséis pequeñas viñetas que detallan, por ejemplo, la intrusión de un arrogante y frío poste de teléfono en el tradicional cantar del viento, o el orgullo absurdo del "Pueblo Pardo" de las moscas.
Este mundo, manejado por la destreza considerable de su autor, engancha desde las primeras palabras, y ofrece al lector una vista nítida de la Galicia rural de hace casi un siglo. Sin comentarios pedantes, ni tratados complejos, reúne la gran sabiduría de un estudiante ilustre de la humanidad, y lo enlaza (¿o amarra?)) a su tierra y a su pueblo de una forma tan inextricable que casi no se pueden distinguir lo uno de lo otro. Yo, leyendo este libro, pensaba vislumbrar la sagacidad de la propia fragua mientras sonreía o sufría con sus habitantes.
Finalmente, la prosa ingeniosa de Flórez completa la emoción que este libro ejercita sobre el lector. Es lo que la prosa debe de ser: digna y propia de las historias que cuenta, en este caso, repleto de metáforas naturales, lenguaje y fraseología levemente galega, y con un ritmo lo suficientemente fluido para enlazar las pequeñas brechas entre las varias estancias.

Will Clark , junio 2008.

0 comentarios